Cuando no eran más que unos potros, Arthur, William y Harry eran íntimos
amigos. Arthur fue vendido en 2008, y cuatro años pasaron hasta que la
misma familia lo volvió a adquirir. El pura sangre iba a pasar a vivir
en un nuevo hogar con sus antiguos compañeros, pero la dueña no estaba
segura de si se acordarían de él o no. Lo que ocurrió en el momento de
su reencuentro sorprendió a todos, y llevó a Sue, la dueña de dos
animales, a afirmar que estaba segura de que los caballos sin duda
poseen emociones y recuerdos.
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